Sal / Lorena Flores Moscoso
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Lorena Flores Moscoso es reconocida en la literatura contemporánea guatemalteca por su voz narradora, sin embargo, acá el registro de su poesía como el sonido de una caracola.


Todas nuestras lagrimas pertenecen al mar

SAL es un poemario publicado por Catafixia en la Toma 7 en el año 2011. Mucho más que un poemario, SAL es una narración que toma la forma de uno de los elementos recurrentes a lo largo del libro: una caracola o un laberinto. Esta narración es un constante camino hacia adentro, hacia las profundidades acuosas y verdes de la soledad.

Lida, la protagonista, es un ser cuyo cuerpo y emociones pertenecen al salitre del mar. Es así como Lida mantiene un diálogo constante, en silencio, con el mar y sus habitantes que más bien parecen ser antiguos monstruos marítimos que la acurrucan y la escuchan hablar con cada sol y con cada luna. Un viejo mar que, dicho sea de paso, contiene todas las melancolías de todos los mares latinoamericanos. Lida siente, desea, vive, muere y se abandona en medio de la inmensidad del mar.

Si bien Lida puede ser la Lida del espejo de Asturias, la Lida de Lorena Flores Moscoso puede ser muchísimas Lidas más. Ambas pertenecen al agua, ambas habitan en la soledad, en el abandono y en la noche. Justo como Alfonsina de Alfonsina y el mar, el trágico silencio de Lida se hunde en las profundidades del mar para no regresar, para no dejar huellas sobre la arena.

Lida empieza recordando su infancia frente al mar, una infancia soleada escuchando caracolas en medio de la arena y escapando por castillos de arena. En esta infancia ya se intuye la soledad, el miedo, el paso del tiempo y el abandono. Lida recuerda y extraña la inocencia, a la niña que danzaba entre las algas del mar.

Paulatinamente, este estado de la memoria va mutando hasta dirigir la mirada hacia el interior, hacia el laberinto. Lida siente el miedo y la oscuridad que cada vez se acercan más. Ya no danza entre las algas del mar, “Lida es caos / laberinto / perpetua confusión”. En este viaje en silencio hacia el interior, la protagonista se acurruca con monstruos, los únicos testigos de su desolación.

El silencio se va apoderando de la narración y Lida, antes cuerpo perteneciente a la arena de la playa es reclamada por el agua del mar. Finalmente, se une a la inmensidad, a la arena y al silencio, con el retumbo del mar como canción de cuna.

SAL es un libro que debe ser leído y releído varias veces para descubrir todos los detalles de la historia de Lida, algo así como buscar conchas y caracolas entre la arena de la playa. La historia de Lida es tan breve que “cabe en el bostezo de un pez”, sin embargo, es una historia poderosa y tormentosa como el mar mismo. Por ello debe ser leída con atención a cada detalle, a cada símbolo planteado por la narradora y poeta.

Por último, me parece importante mencionar que la recurrencia del mar a lo largo de la historia nos recuerda que quizá las lágrimas son saladas porque nuestra vida se originó en el mar y posiblemente algún día, al igual que Lida, regresaremos a él, a flotar en medio de la inmensidad. SAL es un viaje en espiral hacia las profundidades de la soledad del que regresamos, en todo caso, con salitre en el corazón.


Alicia Castro, lectora, traductora y científica social. Trabaja en proyectos de memoria histórica y reconocimiento de víctimas.

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