Anastasia Mejía volvió a su programa en Xolabaj Radio. Treinta y siete días después de permanecer en prisión preventiva. Aquí te contamos sobre su medio y su trabajo en el …
El 24 de agosto de 2020, en el parque central de Joyabaj, a 50 kilómetros de Santa Cruz del Quiché, una hoguera frente a la Municipalidad se alimentó de escritorios, sillas y papeles que habían sido lanzados desde un balcón Un humo denso cubrió la plaza y dejó su rastro en el techo y las paredes del edificio, que hasta ese día era blanco y amarillo. Los manifestantes que encendieron el fuego exigían que el alcalde Florencio Carrascoza flexibilizara las medidas para contener la pandemia de la COVID-19. Ese día, Anastasia Mejía Tiquiriz, celular en mano, transmitió en vivo la revuelta.
“Hay un malestar desde años atrás, desde las elecciones… El alcalde municipal y sus aliados utilizaron terror psicológico, acusaban a las personas contrarias a él como malvados, como terroristas… Continúan las llamas y siguen saqueando la Municipalidad. El alcalde no quiso escuchar a los comerciantes”, narraba a través del Facebook Live de su medio, Xolabaj.
La manifestación se dispersó cuando la Policía Nacional Civil (PNC) llegó a la plaza y capturó a tres supuestos responsables. Días después, el presidente Giammattei informó sobre la reapertura económica del país y las exigencias de los comerciantes cesaron.
Un mes después Anastasia Mejía fue detenida en su casa por agentes de la policía, acusada de sedición, atentado, robo e incendio.
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El 26 de octubre, Anastasia Mejía está en el sombrío vestíbulo, que funciona como sala de visitas, en el Centro Preventivo para Mujeres de Quetzaltenango. Sola. Las demás reclusas la observan detrás de la reja. Hace siete meses del comienzo de la pandemia del coronavirus, y el centro preventivo exige a sus visitantes el uso de mascarilla. Ni Mejía, ni las otras detenidas llevan puesta una.
“Yo nunca imaginé que esa manifestación terminaría en conflicto”, asegura Mejía, en el preventivo, donde permaneció recluida por más de un mes, a la espera de la audiencia de primera declaración.
Está sentada en una banca roja, de cemento, rodeada por paredes verdes descascaradas. Allí, un tanto incómoda por la presencia de dos agentes de la Policía, cuenta cómo ha sido dirigir Xolabaj Radio y Xolabaj TV desde prisión. El día que fue apresada puso a cargo a su familia.
Ixchel Tzitá Mejía tiene 23 años, es hija de Anastasia y locutora de Xolabaj Radio. Ángel Agustín Tzitá es esposo de Anastasia, padre de Ixchel, comerciante nacido en Totonicapán y dueño de una ferretería desde hace más de diez años. Ellos tomaron las riendas. Anastasia Mejía orientó las decisiones cada vez que Ángel la visitaba en ese mismo vestíbulo donde hoy está sentada.
“Por vez primera, tengo que dedicarme a esto” explicará un día después Ángel Agustín, en su casa, donde se encuentra la cabina de Xolabaj Radio. Hasta entonces, su implicación en la radio y televisión había sido únicamente como piloto.
“Cuando mi esposo viene al preventivo a verme, me pregunta si ir a una cobertura o si aceptar un trabajo”, explica Anastasia. Con un equipo de ocho personas, Xolabaj da cobertura a problemáticas comunitarias en Quiché; aunque eventualmente han viajado a otros departamentos del occidente de Guatemala. Su modelo de negocio y sostenibilidad es ofrecer servicios de transmisión de eventos, elaborar material publicitario y publicarlo.
La mujer maya k’iche’ cuenta con entusiasmo su trabajo en los medios; pero, recuerda el 24 de agosto y su entusiasmo se diluye. “No fue lo que yo esperaba que fuera”, recuerda la manifestación, y suelta una lágrima.
Periodismo a través de Facebook
En una calle de terracería y lodo, en un mural de un metro de alto por cuatro de ancho se lee: “XOLABAJ RADIO 93.5. LA ALEGRÍA MUSICAL”. Adentro está la cabina de Xolabaj Radio y la casa de la familia Tzitá Mejía. En la entrada, un pediluvio y un bote con alcohol en gel demuestran que la pandemia llegó antes que el asfalto. Ángel e Ixchel se sientan en dos sillas plásticas, afuera de la cabina, en el garaje, para contar cómo han trabajado desde que su directora está en prisión.
Xolabaj Radio y Xolabaj TV comenzaron en 2013, de la inquietud de Anastasia por tener su propio proyecto de comunicación, luego de haber trabajado por tres años en una radio local. Hoy se transmite en la frecuencia de Radio Grupo Musical 93.5, un espacio que alquilan para tener difusión en el departamento de Quiché, y a través de Facebook para ampliar su audiencia. De las 6 de la mañana a 10 de la noche, de lunes a domingo, en su frecuencia se escucha marimba, reguetón y zarabandas. Sus locutoras conversan en k’iche’ y en español.
Cuatro años después, en 2017, nació Xolabaj TV, también transmitido por cable, en el canal 48, Televisión Chichicasteca Tv2 y también a través de Facebook. En su programación en el muro de Facebook, se turnan reportajes y noticias comunitarias con las coberturas pagadas como cumpleaños, bodas, bailes sociales, ceremonias mayas e incluso funerales. “Nos contratan personas que han migrado a Estados Unidos y no pueden estar en un evento. Le damos cobertura y transmitimos para que puedan verlo”, explica Ángel Agustín. La transmisión de los eventos sociales les permiten el sostenimiento de los medios, incluido el alquiler de la frecuencia radial.
El contenido informativo no tiene un horario específico. Anastasia Mejía y su equipo envían el material a Televisión Chichicasteca y ellos lo reproducen.
“Las comunidades me llaman para que cubra un proyecto gubernamental o un problema local. Llevamos cámara y documentamos los hechos. Entrevistamos a la población para conocer su opinión y saber si han sido consultados por sus autoridades. Hacemos periodismo”, afirma.
“Los medios de comunicación que hacen uso de Facebook para publicar han crecido en Guatemala desde hace más de cinco años. Las redes le permiten a los medios disminuir costos y aumentar su alcance”, explica Evelyn Blanck, periodista coordinadora de la Asociación Centro Civitas (Civitas), organización que vela por el cumplimiento de los derechos vinculados al oficio de la comunicación. Civitas acompaña a Anastasia Mejía en el proceso judicial, que también fue presentado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Blanck denomina a estos medios en redes como “emprendimientos variados”. Explica que algunos informan sobre lo que sucede con las autoridades y otros dan cobertura a lo que la ciudadanía hace; existen espacios políticos y de entretenimiento. “Es usual que se financien a través de su comunidad”, dice Blanck.
“Ahora tenemos un proyecto con un muchacho que tiene un negocio de ropa en Omaha, Nebraska (Estados Unidos). Él me envió fotos e hicimos un video para promocionar su tienda”, ilustra Mejía.
Cinco voces de cinco mujeres
Los dos medios son populares en Joyabaj, un municipio con una población de 82,369 personas, según el Censo de 2018, donde la edad promedio es de 24 años, el 91.41% de su población pertenece a la etnia maya k’iche’, y los dos idiomas más hablados son el español y el k’iche’. En el municipio, al menos diez personas pudieron explicar dónde se encuentran las instalaciones de Xolabaj, incluido un policía de tránsito. “Sí, he escuchado la radio”, responde un joven trabajador de una ferretería cercana a la plaza municipal. “Claro que conozco Xolabaj. Conozco a Ixchel”, contesta una joven en la calle.
Xolabaj Radio y Xolabaj TV superan los 90 mil seguidores en Facebook, y en YouTube tienen más de 17 mil suscriptores. En su parrilla de contenidos predomina la música y temas culturales, y sus videos alcanzan, en promedio, las 50 mil reproducciones. “La gente nos busca porque reconoce nuestro trabajo, pero también hemos pagado pauta. Nos escuchan en España, Holanda, Bolivia, Perú, Estados Unidos… guatemaltecos y extranjeros”, cuenta orgullosa Mejía.
El equipo de locutoras lo conforman Ixchel, Oneida Magdalena (quien se hace llamar Belinda), Mary Osorio, Lucrecia González y Anastasia Mejía. Cinco mujeres que han logrado presencia y fama no solo en Joyabaj, sino en el país, a causa de sus redes sociales. Fueron tendencia en Tiktok, con un audio donde piden “respeto”, tras un comentario en doble sentido del que fueron víctimas en uno de los programas.
“Shelly, Belinda, Mary y Lucky”, como son reconocidas en redes sociales, no suelen abordar temas de coyuntura política o participación ciudadana en sus programas, pero sí realizan esporádicas coberturas periodísticas.
La cabina es un salón celeste ubicado en el primer nivel de la casa. Dos de sus paredes exhiben diversidad de diplomas con el nombre de Anastasia. En una tercera, al menos diez cartulinas le recuerdan al equipo los horarios y el contenido musical de los programas..
El espacio de Mejía se centra en su labor de guía espiritual o Aj Qij. “Ella habla sobre la cosmovisión maya porque es autoridad ancestral. Mientras ella está en la cárcel (dice Ixchel mientras su mamá aún permanecía en prisión), ninguno del equipo tomó su lugar porque no tenemos su experiencia”. En este espacio, además emite opinión sobre los proyectos que llevan a cabo las diferentes municipalidades de Quiché y comenta los temas políticos que considera relevantes para su comunidad.
“Mi programa en la radio es sobre espiritualidad maya, pero también hay espacio para la crítica ciudadana cuando las energías de un día nos invitan a hablar de justicia”, dice la directora.
“Tener voz crítica te hace política activista”
Mejía nació en Chichicastenango, Quiché. En una familia que por falta de recursos económicos decidió, que la adolescente Anastasia no podría continuar con sus estudios de diversificado. Sus familiares en San José, Costa Rica le invitaron a mudarse allá para terminar su carrera. Aceptó. Al concluir el Bachillerato se inscribió en la Universidad Nacional de Costa Rica, pero por necesitar un trabajo, no terminó los cursos de comunicación a los que se había anotado.
Fue en Costa Rica donde conoció a Ángel Agustín, su esposo, quien trabajaba para una exportadora de textiles. “Trabajé tres años como vendedor en Managua, Nicaragua y en 1993 me trasladaron a San José, Costa Rica. No tenía idea de que conocería a mi futura esposa. La guía espiritual maya, defensora de derechos humanos y reportera”. En 1995 regresaron a Guatemala y se mudaron a Joyabaj, donde el padre de Anastasia tenía negocios. Ese mismo año Anastasia y Ángel se instalaron y abrieron una ferretería.
Una década después, Mejía inició su carrera como locutora para luego fundar Xolabaj Radio. “Éramos cuatro fundadoras, pero una decidió continuar su vida con su pareja, otra migró a Estados Unidos y la tercera hizo su carrera como negociante. Me quedé yo”, cuenta.
En 2014 formó parte de una organización civil que buscaba fiscalizar el trabajo de la Municipalidad, con Florencio Carrascoza al frente, quien había sido electo para un segundo período como alcalde. Hoy, Carrascoza continúa en un tercer período. La organización solicitaba información pública y analizaba los gastos a través de informes de la Contraloría General de Cuentas. En 2015, Mejía se unió al Partido Patriota porque, asegura, buscaba acelerar el cambio en la administración pública a través de su participación. Resultó electa como concejal, para el período 2016-2020. Durante este tiempo, Mejía continuó al frente de sus medios y cuando el tiempo le permitía realizaba coberturas.
Además de popularidad, su oficio también le ha traído enemigos y críticas. Asegura que les señalan de “radio pirata”, a pesar de pagar por una frecuencia legal. Además, se queja, les llaman políticas activistas. Mejía cuenta que, en una ocasión, antes de ser concejal, fue expulsada por pobladores del caserío Panchaj, en Joyabaj, aduciendo que el alcalde no la quería allí. No se trataba de una cobertura política, sino de una bendición de semillas para la cual había sido contratada.
“Hacer periodismo comunitario en Guatemala es complicado por la cercanía con las autoridades locales. La carga es peor si sos mujer indígena”, reflexiona Kimy De León, periodista fundadora y codirectora del medio feminista Ruda, directora de Prensa Comunitaria y con vasta experiencia en periodismo comunitario y local.
Manejar información, publicar en un medio y tener voz crítica son claves para la libertad de expresión y del periodismo, enlista De León. “Enfrentar las relaciones de poder con gobernantes o terratenientes es un obstáculo para quienes hacen periodismo comunitario en Guatemala”, afirma.
En el mismo sentido, Evelyn Blanck describe: “Ser periodista en Quiché es difícil. Ser mujer lo complejiza aún más”. Como organización, Centro Civitas ha acompañado casos similares en Guatemala. Aunque Blanck asegura que la Ciudad de Guatemala es donde más periodistas han sufrido agresiones, agrega que Quiché tiene la carga de ser un territorio con historia y contexto militar, que batalla contra el crimen organizado.
“La programación de Xolabaj Radio y Xolabaj TV es mayoritariamente cultural, el contexto político actual ha vuelto a Anastasia más vulnerable. Es necesario que la justicia esté de su lado”, cierra Blanck.
Al cuestionar su actividad política y periodística, Mejía dice no posicionarse desde una ideología específica. Asegura que, a través de su crítica, ella persigue el cambio y la verdad.
De vuelta al periodismo en su comunidad
“La turba sigue enardecida. Siguen arrojando objetos, escritorios, sillas… dos motocicletas de la PMT (Policía Municipal de Tránsito) fueron quemadas. La situación no está en calma”, dice Mejía durante la transmisión en vivo. Esta no era la primera vez que cubría una manifestación. Mejía mantiene comunicación con la Asociación de Comerciantes desde que inició su carrera, quienes le han invitado a cubrir sus pronunciamientos en diferentes ocasiones. Desde ese sombrío vestíbulo, reitera que no esperaba que la manifestación del 24 de agosto terminara en conflicto.
Semanas después de esa cobertura, Mejía escuchó rumores sobre su posible captura y, en efecto, sucedió. El Ministerio Público la acusó de varios delitos, entre ellos de sedición. De los cuales se declara inocente. “La jueza dio la orden de aprehensión y la fueron a buscar a su casa un mes después de la manifestación. Tres patrullas con cuatro policías cada una”. Así lo cuenta Floridalma Aguilar Quemé, abogada defensora de Mejía.
Para Silvio Gramajo Valdés, investigador especialista en comunicación política y experto en acceso a la información pública, este caso conlleva uso abusivo del derecho penal para castigar el ejercicio periodístico. “Cubrir la petición de los comerciantes de Joyabaj es un derecho que debe ser protegido”, afirma. Asegura que la CIDH debe asegurar un proceso justo para la periodista, pues en su Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión se reconoce la búsqueda y difusión de información.
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Hay un olor, mezcla de humo de tabaco y detergente en el centro preventivo. Al día siguiente será trasladada a tribunales en Quiché. Mejía cuenta cuál será su próximo proyecto en Xolabaj. “Al salir quiero trabajar una campaña de prevención para que las mujeres no presten sus cuentas bancarias, pues muchas son engañadas por grupos extorsionistas”, dice.
Un día después, será ligada a proceso penal en el Juzgado de Primera Instancia Penal de Santa Cruz del Quiché, dos días más tarde saldrá bajo libertad condicional al pagar una fianza de Q20,000 y luego de tres días, volverá a su programa “Así cuentan los abuelos”, a pesar del cansancio que arrastraba tras 37 días en una celda.
Ya en libertad, por teléfono. Anastasia Mejía recuerda uno de los sueños que tuvo la noche en que volvió a casa. “Yo caminaba entre montañas. Me habían pedido que llegara a un lugar, pero no sabía a dónde. Caminé mucho y no llegaba. Desperté. Supe que debía hacer mi programa”. Era viernes 30 de octubre de 2020: día 12 Tz’i’ en el calendario maya. Día de la justicia, la ley, la luz y las autoridades, cuenta.
Al sueño no lo consideró una casualidad. Decidió locutar y relatar cómo el nahual de ese día, el perro, el guardián de la ley espiritual, deposita su energía en las montañas. En su programa, publicado en Facebook, afirmó: “Hoy es el día para pedir por los problemas legales… estoy de vuelta para alzar la voz”.